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Análisis de las tecnologías emergentes: la respuesta de la UE ante los riesgos geopolíticos

La Comisión Europea está evaluando tecnologías emergentes, como inteligencia artificial y computación cuántica, para abordar posibles riesgos geopolíticos y garantizar la seguridad del continente.

La Comisión Europea ha puesto el foco en el papel crucial que juegan las tecnologías emergentes en la geopolítica. De manera proactiva, ha presentado una lista preliminar de cuatro áreas tecnológicas esenciales que, según se considera, presentan un alto riesgo de uso indebido en el apuntalamiento de regímenes autocráticos y violaciones a los derechos humanos.

Las tecnologías en torno a la inteligencia artificial, los semiconductores avanzados, la computación cuántica y la biotecnología «se consideran altamente susceptibles de presentar los riesgos más sensibles e inmediatos», informa la Comisión Europea.

En el foco: chips, IA, cuántica y biotecnología

La Comisión Europea ha identificado cuatro áreas tecnológicas especiales: microchips de última generación, sistemas de inteligencia artificial, computación cuántica y la ingeniería genética. Estas tecnologías no sólo tienen el potencial de redefinir la economía global y la vida cotidiana, sino que también podrían ser armas en manos equivocadas. De ahí que la Comisión Europea, preocupada por la seguridad del continente, haya decidido someter estas tecnologías a un riguroso análisis.

La lista preliminar se basa en las tecnologías más transformadoras y con un potencial significativo para ser mal utilizadas. La inteligencia artificial, por ejemplo, engloba la computación de alto rendimiento, la visión por ordenador, el procesamiento del lenguaje y el reconocimiento de objetos. En manos equivocadas, estas herramientas pueden ser utilizadas para vigilancia masiva y represión. Del mismo modo, la tecnología cuántica, que abarca desde la computación hasta la criptografía, podría ser utilizada en contra de la seguridad cibernética.

Pero más allá de estas cuatro áreas, hay otros campos tecnológicos «críticos» en el horizonte que también podrían someterse a una revisión en el futuro, como la realidad virtual, la ciberseguridad y la robótica. Thierry Breton, Comisario Europeo de Mercado Interior, enfatiza la determinación de la UE de abordar todos los riesgos tecnológicos.

Nuevas tecnologías y tensiones geopolíticas

Este proceso de «de-risking», impulsado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, surge en un momento de tensiones geopolíticas. Las relaciones entre la UE y China, por ejemplo, han sufrido tensiones por diversos factores, desde la crisis del COVID-19 hasta las tensiones en el estrecho de Taiwán. Si bien el documento no menciona directamente a China, es evidente que el gigante asiático es una consideración clave en estas discusiones. La UE y otros miembros del G7 han expresado preocupaciones sobre las acciones de China, tanto dentro como fuera de sus fronteras.

China, con su poderío económico, ejerce una influencia considerable en muchas áreas críticas, desde paneles solares hasta baterías y vehículos eléctricos. Su capacidad para interrumpir cadenas de suministro cruciales es una preocupación real para Europa. Bruselas está buscando formas de fortalecerse ante posibles represalias económicas. «La UE quiere ser un jugador, no un campo de juego», señala Věra Jourová, vicepresidenta de Valores y Transparencia de la Comisión Europea, según informa Europa News.

Los retos de la Unión Europea

La lista es solo el primer paso en un proceso más amplio. Se espera que después de consultas intensas y meticulosas con los 27 Estados miembros y el sector privado, en primavera se presente una lista definitiva. Y aquí es donde radica la verdadera complejidad: ¿Cómo se equilibra el avance tecnológico con las posibles amenazas a la seguridad? La respuesta a esa pregunta puede dar lugar a restricciones en exportaciones e importaciones, prohibiciones comerciales, y medidas que supervisen de cerca las inversiones en estas tecnologías. Sin embargo, estas posibles acciones no están exentas de controversia. Algunos Estados miembros pueden ver con recelo la intervención de Bruselas en asuntos de seguridad nacional.

A medida que la Comisión avanza en este proceso, surgirán desafíos. Las empresas y los Estados miembros tendrán que equilibrar las necesidades de seguridad con las realidades comerciales. El reciente bloqueo por parte de los Países Bajos de la exportación de microchips a China ilustra la naturaleza delicada de este equilibrio. Además, el mero hecho de que la UE esté dispuesta a considerar el comercio en términos de seguridad nacional marca un cambio notable en su enfoque hacia la geopolítica.

En conclusión, la revisión de estas tecnologías por parte de la UE refleja un mundo en el que la geopolítica y la tecnología están íntimamente entrelazadas. Mientras que las potencias occidentales buscan protegerse, empresas y gobiernos tendrán que encontrar un equilibrio entre innovación y seguridad. Es un reto gigantesco, pero uno que es esencial para el futuro de la Europa moderna y su lugar en el mundo.

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