Es osado, audaz y decidido. Cualidades que ayudan especialmente cuando uno es consciente de que será el protagonista de una entrevista –aparentemente como cualquier otra- de la que sospecha las preguntas profesionales, pero desconoce por completo las personales. Aquí no hay lugar para cuestionarios previos; por eso estas líneas son el reflejo de un hombre de los que afrontan los retos diarios de un modo que no exige andar por la vida con puestas en escena.
Este «Un café con…» se celebra -a petición del propio entrevistado- en su lugar de trabajo, el Instituto Psiquiátrico de Servicios de Salud Mental José Germain, situado en la localidad madrileña de Leganés, entidad a la que lleva vinculado 20 años y de la que hoy es su responsable de Seguridad. Atrás quedan esos años en los que Santiago García San Martín trabajó como vigilante de seguridad, aprobó unas oposiciones a la Comunidad de Madrid… y, gracias a su ilusión y afán por el trabajo bien hecho, fue haciendo sus pinitos en el mundo de la seguridad, hasta tomar la iniciativa de implementar la gestión de la seguridad dentro del área de Servicios Generales del Instituto. Consciente de que en pleno siglo XXI «los hospitales -recalca con un gesto serio- carecen de una cultura de gestión integral de la seguridad que hay que potenciar», pone su granito de arena desde el Observatorio de Seguridad Integral en Centros Hospitalarios (OSICH), del que es su secretario, para impulsar la creación de departamentos de Gestión de Seguridad en los centros sanitarios, y potenciar la convergencia de la seguridad física y digital.
Cuando uno conversa -en esta ocasión, sin café de por medio- con Santiago García es inevitable pensar que está ante un hombre implicado al cien por cien a nivel profesional y personal con su trabajo -las continuas referencias al trato con los pacientes, algunos a los que conoce desde hace años, sacan su lado más humano-, porque el Instituto es «su segunda casa» y es de los que pueden presumir -eso dice- de llevar «20 años sin venir a trabajar: me apasiona todo lo que hago».
Sencillo, inquieto, avispado y con un incomparable sentido del humor, se sumerge sin reparos en su vida familiar para confesar que los domingos por la tarde, plancha en mano, se esmera en que las camisas luzcan impecables, y tras ajustarse el mandil en la cocina, es capaz de preparar unas deliciosas paellas.
Casado y padre de dos hijos a los que dedica «todo mi tiempo libre», aún le quedan horas para seguir estudiando -Grado de Seguridad, Administración de empresas, PRL …- y devorar libros de novela histórica y fantasía épica. Apasionado de la montaña, el cine y el rock de Led Zeppelin y AC&DC, durante 8 años practicó boxeo y una lesión le retiró de los deportes al aire libre. Cuenta que de niño soñaba con ser guardia civil «de los que van en la moto», y que ahora no descarta entrar de reservista en la UME. Queda claro que, osado, audaz y decidido, lo suyo no ha hecho más que empezar.