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Miguel Ángel Davara, pionero en derecho digital: «Tengo la privacidad en el ADN»

El catedrático Miguel Ángel Davara es pionero en Derecho de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Este jueves ha logrado un nuevo reconocimiento, el Premio de Honor de ENATIC en reconocimiento a su labor durante toda su trayectoria. Cuadernos de Seguridad no ha dejado pasar la oportunidad de entrevistar a un profesional reconocido y respetado a nivel nacional e internacional por su labor en el Derecho de las TIC.

¿Qué significa para usted recibir el Premio de Honor de ENATIC en reconocimiento a su labor durante toda su trayectoria?

Sin ninguna duda, y valga la redundancia, representa un gran honor en todos los aspectos, pero, principalmente, por tratarse de ENATIC quien me hace entrega del premio. Como todo premio, su alcance e importancia reside, en gran parte, en la entidad que lo otorga y ENATIC tiene reconocida solvencia y su actividad se distingue principalmente por la calidad de sus contenidos y actividades en el entorno del Derecho de las TIC. Es por ello que el premio alcanza mayor brillantez y resulta de gran interés, por lo que estoy orgulloso de haber sido acreedor del mismo.

Actualmente estamos familiarizados con lo digital, pero en los años 80 del siglo pasado usted fue capaz de prever su importancia e implicación. Como buen visionario, en 1984 funda Davara&Davara como el primer despacho dedicado en exclusiva a los Derechos de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. Para más inri, en 1986 publica un artículo vanguardista titulado ‘En torno a la inteligencia artificial ¿Puede un ordenador sustituir al juez?’; y en 1987 crea el I Encuentro de Informática y Derecho en ICADE y comienza a difundir conocimiento sobre en este sentido (protección de datos, inteligencia artificial, etc.). Así comenzó todo. ¿Cómo recuerda ese inicio?

Los inicios en esta materia fueron difíciles y representó un gran esfuerzo dejar actividades más rentables desde el punto de vista económico, corriendo un riesgo que, para ser sincero, me produjo cierto vértigo. Hay que tener en cuenta que, en 1984, cuando fundé el despacho Davara&Davara, dedicado exclusivamente al Derecho de las TIC, yo ya tenía cuatro hijos y, con el apoyo de mi mujer, que siempre creyó en ello, tomamos la decisión de dedicarnos en exclusiva a una incipiente actividad, dejando un puesto de titulado de la entonces compañía Telefónica que garantizaba un bienestar económico. Por lo que salí completamente de mi zona de confort.

¿Qué tan importante es que el Derecho vaya de la mano de la Informática, y viceversa?

Por aquél entonces, cuando yo empecé, existía una escasa o nula regulación jurídica de la Informática, siendo mi punto de partida el artículo 18.4 de la Constitución española: “la ley limitará el uso de la informática”. Estudiando este artículo en su desarrollo y, sobre todo, en países de nuestro entorno sociocultural, como Francia o Alemania, me impregné de los principios de ése, hoy en día, derecho fundamental. Y dicho muy coloquialmente, me enamoré de su contenido y pasé a estudiarlo en profundidad.

No podemos, o no debemos, afirmar, que el Derecho va de la mano de la informática y viceversa. Aunque, tradicionalmente, el Derecho va detrás de avance técnicos y/o tecnológicos no debe ser así, ya que el Derecho, como regulador de una convivencia social justa, tendría casi que adelantarse a esos desarrollos tecnológicos, aunque sé bien que eso es imposible en la práctica.

En una conferencia de seguridad de Internet en 2017, Tom Wheeler, expresidente de la FCC, parafraseó a la exsecretaria de Estado Madeleine Albright afirmado lo siguiente: “Nos estamos enfrentando a problemas del siglo I, discutiéndolos en términos del siglo y proponiendo soluciones del siglo XIX”. ¿Considera que está en lo cierto? ¿Tenemos que hacerlo mejor?

Es muy difícil opinar sobre esto. Si bien con la audacia que me impone colaborar en este tema, considero como acertadas las palabras de Tom Wheeler. Creo que estaba en lo cierto cuando decía esa frase. Pero el tema no es nuevo ya que, por ejemplo, se nos presenta una cuestión muy parecida con la regulación de ese mundo virtual que entra de la mano del metaverso y en el que el Derecho va a tener mucho que decir. O, dicho con otras palabras, el juego realidad/virtualidad llevado al extremo que plantea el metaverso es, en mi opinión, tan difícil de regular como necesario.

Volviendo a su brillante y aplaudida trayectoria, muchos le conocen también como “el padre de la LOPD”. ¿A qué se debe?

Es probable que me conozcan de esa manera porque fui uno de los expertos que redactó, en el Congreso de los Diputados, la LOPD. Creo recordar que éramos nueve expertos de distintos sectores, pero también creo recordar que yo era el único que había trabajado asesorando a distintas entidades sobre la conocida como LORTAD (Ley orgánica 5/1992 de regulación del tratamiento automatizado de datos de carácter personal) que, como su nombre indica, solamente regulaba el tratamiento automatizado o, en palabras más sencillas, el tratamiento informatizado. En la, por entonces, nueva -ahora ya antigua y derogada- Ley (la LOPD) se hizo mucho hincapié en que fuera tanto un tratamiento automatizado como un tratamiento no automatizado. Por tanto, tenía un alcance más amplio al regular cualquier tratamiento de datos, sea o no automatizado y, por supuesto, quedando incluido el tratamiento mixto.

Yo creo tener la privacidad en el ADN, o dicho de otra forma, en los genes, teniendo la sensación de formar parte indisoluble de mi persona, esto es, que no puede ser desunido o apartado de mi ser, dicho esto, como se puede fácilmente entender como una figura retórica del pensamiento.

Sus hijas, Laura y Elena Davara, aseguran en un libro homenaje a usted (“Protección de datos: lo que nunca le han contado”) que una de las frases que ha dejado “para la eternidad” es “La privacidad ha de estar en nuestro ADN”. ¿Tiene usted la privacidad en el ADN? ¿Qué importancia le otorga a la privacidad?

Tanta importancia le otorgo a la privacidad que, como he dicho en la respuesta anterior, considero que debe estar en nuestro ADN. Con esto no quiero decir que todo el mundo debe ser experto en la normativa sobre privacidad, sino que las bases en que se sustenta este Derecho Fundamental, deberían ser, en mi opinión, materia obligatoria de estudio en los Colegios para inculcar a todos los niños lo que representa uno de sus derechos fundamentales, de la misma forma que se les intenta formar en el respeto de cualquier derecho fundamental, sea cual fuere.

En una entrevista que ofreció Ofelia Tejerina, abogado experta en Derecho digital y presidenta de la Asociación de Internautas, a Cuadernos de Seguridad advirtió que “la falta de privacidad pone en riesgo la democracia”. ¿Qué opina al respecto?

Coincido con Ofelia Tejerina en que la ausencia de la privacidad pone en riesgo la democracia, ya que considero a la privacidad a la misma altura que la libertad en su más amplio aspecto. Naturalmente, esto implica que el Derecho, como regulador de convivencia social justa, regule la privacidad, porque tal derecho fundamental no puede chocar con otros derechos fundamentales de otra persona.

Como visionario, ¿cómo ve el futuro en lo que a Derecho de las TIC se refiere?

Agradezco el cumplido, pero no me considero un visionario. No obstante, respondiendo a la pregunta planteada, apuesto porque el Derecho de las TIC en el futuro adquiera carta de naturaleza, no siendo necesaria una regulación extensa, pero sí una concienciación de todas las personas, de la misma manera que, como decía anteriormente, sea equivalente en cuanto desarrollo social como el derecho a la propiedad.

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