Aitor Pérez. Technical Project Engineer -Iberia & Italy. Mobotix
Esta es la evolución que hemos vivido a la hora de detectar el fuego. En muy poco tiempo, hemos pasado de depender de la vista o el olfato y de la proximidad al foco a recibir un aviso en un dispositivo ubicado a kilómetros de distancia en cuanto hay una subida de temperatura que pudiese derivar en fuego. Cuando lo único que activa la alerta de fuego es el propio humo, el margen de acción –o reacción– con el que se cuenta es muy reducido, aun cuando se tienen a mano los dispositivos necesarios y, en el mejor de los casos, el personal está preparado. Al estrés hay que sumar la falta de condiciones o la ausencia humana a la hora de sofocar ese fuego.
Una de las ventajas ineludibles de la tecnología inteligente es la predicción. Es decir, estamos informados de las probabilidades de que un hecho suceda. Esto, en el caso de la prevención del fuego, se consigue al recibir un preaviso en el momento en el que hay un aumento inusual de la temperatura.
Tecnología termográfica en la prevención de incendios
Más allá de la pandemia, donde la tecnología termográfica ha vivido un gran apogeo, la tecnología y los sistemas de videovigilancia sensibles a la temperatura se han revelado como grandes aliados en cuestiones de seguridad y prevención de incendios.
Hablamos de soluciones de vídeo inteligentes con sensores térmicos en un sistema de cámara dual. Cámaras térmicas resistentes a la intemperie y a condiciones meteorológicas adversas que tienen la capacidad de lanzar un aviso cuando identifican una variación sensible de la temperatura, dentro de un rango estándar definido.
Esto último es importante porque podría ser muy molesto que saltara una alerta –con el impacto que eso conlleva–, por ejemplo, cada vez que una persona entrara en un almacén, aumentando la temperatura ambiente con su propia temperatura corporal o al encender una máquina que se calienta con el uso.
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