Por Jon Michelena Muguerza. Director General de Cepreven
Siempre hay defensores de la «versión complot» en cualquier suceso importante, incluso es posible que en alguna ocasión acierten por mera cuestión probabilística, en la que se defienden orígenes siniestros; vía mano negra en incendios emblemáticos, como el de la torre Windsor en Madrid, o la reciente catástrofe en la catedral de París, de la cual circulan por Internet infinidad de teorías explicando por qué ardió Notre Dame: desde intereses del Presidente Macron para acallar a los «chalecos amarillos», hasta una persecución generalizada a los católicos con ataques a iglesias en toda Francia.
Todavía no tenemos una versión oficial de lo que ocurrió y también se barajan causas más probables: la aparición de colillas en la cubierta puede inducir el origen hacia una de ellas mal apagada, la existencia de una instalación eléctrica, inicialmente temporal, que llevaba años activando las campanas o la instalación de un montacargas eléctrico lo inclinan hacia un cortocircuito… Tendremos que esperar hasta que finalice la investigación oficial de lo ocurrido, que nos dará una versión igualmente oficial, la cual no satisfará a los amigos del complot, quienes verán reforzada sus teorías por detalles aislados de esa investigación. Siempre ocurre.
Los complots y las manos negras existen. Graham Greene, un ex espía británico reconvertido a novelista, narró en sus libros múltiples ejemplos de las actividades de los servicios secretos durante la Guerra Fría. De todo su trabajo, hay una de sus novelas, «El Factor Humano», en la que ilustra de una forma magistral la importancia del comportamiento de las personas, de sus lealtades y ambiciones frente a los medios técnicos, aun siendo estos los más sofisticados.
Alejándome de la teoría de la conspiración, nada más lejos de mi intención que justificarla, sí quiero incidir en la importancia de ese factor humano en el mundo de la prevención y de la seguridad. En algunos ámbitos hemos avanzado bastante. En la seguridad laboral, por ejemplo, ya es difícil encontrar trabajadores que no dispongan y utilicen los EPIS necesarios; o en ciberseguridad, donde la mayoría de los usuarios conocen la existencia de correos maliciosos y los riesgos de hacer click donde no deben. Cierto es que sigue habiendo accidentes laborales y que muchos ciberataques consiguen su objetivo, pero no menos cierto es que el nivel de concienciación de los usuarios es elevado.
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