«Adaptarse a la digitalización implica hacer que el equipo de seguridad se sienta cómodo con la tecnología, utilizar sistemas más inteligentes, proteger los datos y trabajar en colaboración con otros departamentos para mantener la seguridad de la empresa», explican a Cuadernos de Seguridad Óscar Olmos, responsable de Seguridad, y Alberto Toledo, delegado de Seguridad, Vigilancia y Hechos Delictivos de Leroy Merlin, en esta conversación en la que abordan los puntos básicos de la estrategia de seguridad en la compañía, así como los grandes retos en cuanto a la prevención de la pérdida, entre otros temas.
—Actualmente, ¿cómo está estructurado el departamento de Seguridad de Leroy Merlin? ¿Cuáles son sus funciones concretas?
—El departamento se compone de tres coordinadores in-plant, cada uno con una especialidad y responsabilidad muy concreta (instalaciones, vigilantes, y denuncias y protección de producto). Además, tenemos un equipo de tres vigilantes, una de ellos como coordinadora, para la gestión de imágenes forense, tanto para responder a requerimientos y siniestros como para investigaciones internas. También disponemos de un equipo de vigilantes y operadores en el centro de control al que tenemos conectados los sistemas de alarmas de todas nuestras tiendas y almacenes. Todos, orientados hacia la consecución de resultados de equipo, acompañados por mi parte como responsable del departamento.
Nuestra misión es asegurar la protección de las personas y de los bienes de Leroy Merlin España, manteniendo actualizado el análisis de riesgos, acompañando a las tiendas en el día a día en la parte de la que somos responsables, adaptándonos a las nuevas necesidades de la empresa en cada proyecto en el que la seguridad está involucrada, y responder a cualquier necesidad interna y externa relacionada con los procedimientos, criterios, alarmado e imágenes.
—¿Cuáles son los puntos básicos en los que se apoya la estrategia de seguridad de Leroy Merlin hoy en día?
—El objetivo es la seguridad de las personas y la protección del patrimonio de la compañía, basados en el cumplimiento de los criterios y procedimientos definidos.
Es básico construir las medidas de protección respetando al máximo la actividad e interviniendo lo justo y necesario para hacerlo fácil. Tenemos que sumar a la buena experiencia del cliente, participando en los proyectos que supongan cambios en la organización y en los que está involucrada la seguridad. Por lo que el conocimiento profundo de la compañía y su cultura, sumado a la involucración con los proyectos y las relaciones con los diferentes departamentos, se hace fundamental para aportar valor e impacto en el negocio.
Retos en la gestión de riesgos de seguridad
—¿Cuáles son los grandes retos en cuanto a prevención de la pérdida a los que se enfrentan hoy en día los retailers?
—Los retos en la gestión de riesgos de seguridad en las empresas son variados y complejos. Uno de los principales desafíos es desarrollar e implementar un plan integral de seguridad que combine tanto medidas físicas como tecnológicas. Esto incluye la instalación de sistemas de vigilancia, alarmas y dispositivos antihurto, así como la implementación de sistemas de control de acceso y análisis de datos. Estas herramientas son esenciales para mitigar los riesgos de robos y fraudes, tanto internos como externos.
Además, el control de stock es un aspecto crítico. Emplear sistemas de gestión de inventario avanzados permite mantener una visibilidad precisa de los niveles de stock en tiempo real, lo que ayuda a prevenir pérdidas y optimiza la eficiencia operativa.
La cultura de seguridad dentro de la empresa también representa un reto significativo. Es importante ofrecer formación específica a los empleados y vigilantes de seguridad para sensibilizarlos sobre la pérdida desconocida y ayudarles a identificar comportamientos que no cumplan con el código ético de la compañía. Esto fomenta un entorno laboral más seguro y comprometido con la seguridad.
Otro desafío clave es la integración de soluciones tecnológicas avanzadas. Estas herramientas permiten la identificación de patrones de comportamiento anómalos y el uso de plataformas de análisis de datos para detectar tendencias y anomalías que puedan indicar actividades fraudulentas o pérdidas no detectadas. La tecnología facilita una monitorización continua y detallada, lo que permite una respuesta rápida ante cualquier amenaza.