La redacción segura de los contenidos se ha vuelto más difícil con la digitalización de los documentos en papel. La práctica habitual para censurar un texto es poner un cuadro negro en su lugar. A pesar de ello, los documentos tachados en negro no son tan seguros como podríamos pensar. Si queremos evitar sustos en cuanto a la protección de un texto confidencial de un documento, la opción más recomendable es la tradicional: tomar unas tijeras y recortar la información.
Cuando la práctica de ocultar la información confidencial se realiza incorrectamente, la seguridad nacional puede ponerse en riesgo. Un equipo de la Universidad de Illinois, formado por los investigadores Maxwell Bland, Anushya Iyer y Kirill Levchenlo, encontraron durante una investigación miles de documentos que exponían los nombres de las personas y otros detalles confidenciales. Los borradores incluían los del sistema judicial de Estados Unidos, la Oficina del Inspector General de Estados Unidos y las solicitudes de la Ley de Libertad de Información.
La protección de la información confidencial es un requisito respecto a nuestra privacidad, y en muchos casos también se convierte en un imperativo ético y una obligación legal. La correcta gestión de la seguridad de la información busca conservar la confidencialidad, integridad y disponibilidad de la información.