Ofelia Tejerina es una abogada referente en Derecho digital y presidenta de la Asociación de Internautas. Tejerina asegura que «es un camino que me ha traído muchas más satisfacciones que disgustos». Es autora de los libros ‘Seguridad del Estado y privacidad’ y ‘Aspectos jurídicos de la ciberseguridad’. Cuadernos de Seguridad entrevista a Tejerina sobre dos aspectos de actualidad: seguridad y privacidad.
¿En qué situación está la privacidad en Europa, y en concreto en España?
La privacidad existe. Existe en el momento en que decido que no le quiero contar algo a mi familia para no preocuparles o en el momento en el que no quiero contar algo en mi trabajo para que no malinterpreten. La privacidad es reservar información a según qué ámbitos. Existe la privacidad porque puedo hacerlo, porque está en las normas y porque hay garantías para protegerla. Por el contrario, la privacidad no existe para Hacienda, Google, Apple, Huawei, etc.
Nadie está obligado a estar conectado con todo. Hay leyes, son difíciles de aplicar en muchas situaciones en el mundo virtual, pero es que si no existieran sería mucho peor. Por ejemplo, no habríamos conocido lo que habría pasado con Cambridge Analytica.
Así que seguiré defendiendo a capa y espada la necesidad de normas, de instituciones y de conceptos de derechos fundamentales que tienen que ser respetados.
¿Cree que la democracia está amenazada por la falta de privacidad?
La falta de privacidad pone en riesgo la democracia. Si el Estado me dice que tiene mucha tecnología a su disposición para darme seguridad, que eso implica ceder parte de mis derechos fundamentales, me convierte en un ciudadano de cristal tan frágil como transparente.
Nos están convirtiendo en ciudadanos de cristal y les estamos dejando hacerlo. Hay cristales más fuertes y otros menos fuertes. Todo depende del tiempo en el que tarden en romper el cristal en el que nos estamos convirtiendo o nos estamos dejando que nos conviertan.
¿Por qué la gente descuida su privacidad?
En parte por desconocimiento por cómo proteger la información personal y por comodidad. Queremos lo inmediato, lo práctico y lo rápido. De eso se aprovechan las tecnológicas; de ofrecernos todo super fácil, super cómodo y sin sopesar los riesgos. De hecho, Bruce Schneier publicó hace ya unos años que había que parar y reposar, que la tecnología se estaba desarrollando a una velocidad más rápida de la que podíamos asumir. No sopesamos los costes de la tecnología que estamos creando, y eso nos convierte en ciudadanos de cristal porque nos puede matar.
¿Existe un equilibrio entre privacidad y seguridad?
En el momento en el que nos dicen que nos tienen que poner una cámara en la nuca para protegernos, me están protegiendo físicamente; pero mi personalidad, mi dignidad y mis derechos humanos como sujeto con derecho a pensar, actuar y a tomar decisiones por mí mismo me lo estás quitando. Por lo tanto, es un falso dilema que no están vendiendo para hacernos sentir más seguros. Hay que sopesar los riesgos con las medidas que van a adoptar para protegerme.
Bruce Schneier afirma en ‘Haz clic para matarlos a todos’ que «los seres humanos nos basamos en la confianza. Ninguna otra especie confía remotamente de la forma en que nosotros lo hacemos. La sociedad fracasaría sin confianza: de hecho, nunca habría llegado a constituirse sin ella. ¿Está de acuerdo con esta frase? ¿Añadiría algo?
Estoy completamente de acuerdo, pero hablaría de la paradoja de yo confío en todo por comodidad, utilidad o porque me cuesta menos creerlo que averiguarlo. Confiamos si nos viene bien y desconfiamos si creemos que podemos perder dinero.
¿El respeto a la privacidad va ligado al desarrollo de tecnologías digitales más seguras?
Tenemos el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) que ya habla de seguridad y privacidad desde el diseño. No se puede poner en circulación algo que pone en riesgo mis derechos fundamentales.
¿Cómo gestionar la privacidad en un mundo en el que todo queda registrado?
Difícil pregunta. Depende sobre todo de la persona física o jurídica en cuestión. Si nos vamos solo a las personas físicas, tenemos derecho a proteger nuestra información. Si queremos ofrecer parte de nuestra vida al resto del mundo va a depender de nosotros. Hay muchas fases para la protección de la intimidad, y dependerá de cada uno. Por ejemplo, hace falta concienciación ciudadana y formación de los menores en competencia y habilidades digitales.