Santiago García San Martín. Director de Seguridad. Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Madrid
La clave para garantizar la seguridad en el hospital durante la situación de crisis ha sido «el compromiso de todo el personal, tanto del Servicio de Seguridad como del sanitario. Los trabajadores han sabido dar lo mejor de sí mismos, supliendo en la mayoría de las ocasiones carencias de materiales y de protocolos de actuación, con esfuerzo, con ganas de servir y ayudar a conseguir que nuestros pacientes pudiesen afrontar su propia lucha». Son palabras de Santiago García San Martín, director de Seguridad del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, quien en esta entevista con CUADERNOS de SEGURIDAD, explica cómo fue el día a día del departamento de Seguridad del centro durante la crisis sanitaria, así como la puesta en marcha de planes y actuaciones concretas.
—Los centros hospitalarios han sido las instalaciones clave, como servicio esencial, en esta excepcional situación, ¿qué planes y protocolos de seguridad se pusieron en marcha ante la crisis sanitaria?
—Al inicio de la crisis, el departamento de Seguridad del hospital desarrolló un Plan de Contingencia donde se contemplaba la no cobertura de puestos por bajas de personal, teniendo un índice de bajas del 25% en unas dos semanas y de un 50% entre la tercera y la cuarta. A dos semanas de la declaración de alarma, vimos que nuestra estimación sobre las bajas de momento era correcta, pero comprobamos que la cobertura de servicios estaba produciéndose al 100%.
Esto fue posible gracias al compromiso del personal del servicio que respondió a las demandas de coberturas de puestos de compañeros, sacrificando días libres y, por otro lado, por la empresa de vigilancia que nos estuvo dando todo su apoyo, gracias también a que se habían cerrado servicios en oficinas y centros comerciales y había disponibilidad de vigilantes.
El equipo de Seguridad del HGUGM ha dado el 200% en esta crisis sanitaria. La primera fase se inició en los primeros días de marzo, cuando ingresaron 10 ancianos de una residencia de Madrid y en 24 horas se produjo el primer fallecimiento. A partir de ese momento las medidas se sucedieron de forma frenética, una de ellas fundamental para la actividad del Servicio de Seguridad: se prohíbe la entrada de acompañantes en las urgencias.
Esto supuso en los primeros días graves alteraciones del orden público por parte de personas en situación extrema de estrés, que no entendían por qué no podían entrar a despedirse de unos pacientes que en breves horas muchos fallecerían. Esta medida de protección de la salud de los familiares y de los ciudadanos no coincidía con la imagen que tenía la población general de lo qué estaba sucediendo; no era entendida y se percibía como una vulneración del hospital a sus derechos y libertades.
Poco a poco la ciudadanía fue tomando conciencia y, tras la declaración del Estado de Alarma, esta situación se normalizó y controló. Desde esta primera fase la evolución de los hechos fue rapidísima y los cambios en los hospitales, para adaptarse a la realidad, frenéticos. Se dejaron de atender patologías no prioritarias para centrarse en los afectados por el coronavirus, adaptando instalaciones y servicios, lo que implicó al área de Seguridad al 200% en cuanto a aperturas de dependencias para realizar trabajos durante las 24 horas del día, control de personal autorizado a dichas instalaciones, apertura para personal de logística y traslados del hospital, accesos para limpiezas y desinfectación, etc.
Además, el hospital ha tenido una rotación brutal de personal sanitario, ya que muchos de ellos se han visto afectados por coronavirus, y a los nuevos profesionales fue necesario dotar de tarjetas de identificación, autorizaciones de accesos a zonas restringidas, claves de acceso informáticas o permisos de desplazamientos desde su domicilio.
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