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El fraude en las empresas después de la COVID-19

Juan Amorós. CPP, CISA, Director de Seguridad Grup Vía Moda Andorra.

Las cifras oficiales así lo confirman: durante el estado de alarma y el consiguiente confinamiento ha habido un descenso significativo de la delincuencia. Concretamente, según datos del Ministerio del interior, «La criminalidad se redujo un 73,8 por ciento tras la declaración del estado de alarma». Pero, ¿qué pasará tras las sucesivas desescaladas y el levantamiento del estado de alarma?

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Juan Amorós. CPP, CISA, Director Seguridad Grup Vía Moda Andorra.

Todo parece indicar que el hurto externo y los robos se incrementarán, en su mayoría cometido por personas que recientemente se ha quedado sin empleo pero, lo que realmente me interesa abordar es el fraude interno en las empresas. Para poder dar una respuesta analicemos, primero, cual es la situación de muchos empleados actuales: ERTES, reducciones de horario, teletrabajo, despidos.

Estas situaciones llevan asociado, en la mayoría de los casos, una merma en los ingresos económicos de las personas y/o del núcleo familiar.

¿Cuál será la actitud de estos empleados cuando regresen a sus puestos de trabajo?, ¿Estarán agradecidos por la vuelta a la normalidad? o, ¿la presión de sus economías hará que se decidan por realizar fraude a sus empresas?.

Particularmente creo que el fraude interno se incrementará por dos razones:

• El empleado piensa que debe cobrarse todo aquello que ha dejado de percibir durante este periodo de inactividad. En muchas empresas ha habido despidos, rescisiones de contratos laborales en periodo de pruebas o a tiempo parcial. Esto llevará a que algunos empleados sientan la presión en su economía personal. Algunos empleados justificaran el posible fraude que realice a la empresa mediante argumentos como, «me voy a cobrar lo que no me han pagado».

• La empresa, por razones obvias, ha tenido que reducir gastos y, evidentemente, los servicios de seguridad, de control interno o auditoría han sido los más afectados por estas reducciones, por lo que pueden haber el sentimiento en algunos empleados de que la empresa, en esta complicada situación, ha dejado de realizar los controles y que un pequeño fraude pasará desapercibido. En definitiva, se está dando las circunstancias idóneas para que el triángulo del fraude (Donald Cressey): oportunidad, presión y justificación, se complete.

Según ACFE (Association of Certified Fraud Examiners), el tamaño de las empresas que se vieron afectadas por fraude fue:

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Y los perfiles dentro de la empresa que se vieron involucrados en los fraudes son

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¿Qué deben hacer las empresas ante este escenario?:

• Enviar un mensaje a los empleados en el que se deje bien claro, que la detección del fraude sigue siendo una prioridad para la empresa. Se debe hacer todo lo posible para que los controles sigan siendo visibles y tan fuertes como siempre. Las empresas también deben seguir el protocolo establecido en respuesta a la supuesta actividad fraudulenta de los empleados y enviar un mensaje claro de que no lo tolerará.

• Se ha de examinar si los despidos o las reducciones de jornada laboral han eliminado capas importantes de seguridad para prevenir y detectar irregularidades de los empleados. En la recesión de 2009, el 35% de participantes en la encuesta de ACFE señalaron controles inadecuados como primera causa de fraude.

La advertencia de ACFE es relevante hoy en día: Los empleados que permanecen después de una ronda de despidos a menudo experimentan una disminución de la moral, lo que, cuando se combina con las responsabilidades laborales adicionales de los antiguos colegas que ya no están, menos controles formales y una mayor presión en el cumplimiento, puede conducir a la “tormenta perfecta»” en clara alusión a la comisión del fraude.

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La segregación de tareas, que durante mucho tiempo ha sido cuidadosamente diseñada, puede eliminarse durante los recortes de empleos, y los equipos de control deben examinar si, a raíz de los despidos o de las reducciones horarias, queda una segregación adecuada de tareas para los puestos clave.

• Aumentar la frecuencia de auditoría y el análisis de datos para alertar sobre tendencias y posible actividad de fraude. Además, para eliminar el robo de efectivo, se han de evaluar los controles físicos actuales y realizar controles aleatorios sin previo aviso. Según el «global study on occupational fraud and abuse» de ACFE del 2020, el 15% de los fraudes fueron detectados por los departamentos de control y auditoría interna

Potenciar el uso de los canales de denuncia anónimos, (whistleblowers). Según el mismo informe citado anteriormente, el 43% de los fraudes se pudieron detectar gracias a informaciones realizadas principalmente por tres grupos:

  1. por propios empleados, (50%).
  2. clientes (22%).
  3. anónimos (15%).

El uso de hotline, formularios web, emails, son los medios más frecuentes para realizar este tipo de denuncia anónima.

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