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Fortalecer y poner en valor el capital humano

Jesús Alcantarilla. Presidente de Protecturi. Asociación para la Protección del Patrimonio Cultural

Desde mi trayectoria profesional, y con el enfoque especializado en la seguridad del patrimonio cultural, esta crisis nos debe ayudar a reformular la cadena de valor de nuestra profesión, con la finalidad de interiorizarla como factor irrenunciable en todo ecosistema cultural, especialmente el de los equipamientos culturales. Para ello es necesario consolidar y actualizar los vínculos interprofesionales.De esa cadena de valor destacaría tres eslabones fundamentales, que entrelazan los efectos Covid-19 y sus consecuencias en el futuro a corto y medio plazo.

patrimonio cultural
Jesús Alcantarilla. Presidente de Protecturi

El primer eslabón es el de la confianza que la propia organización debe tener en sí misma. Sólo abrirán sus puertas aquellas que se sientan capaces y dispuestas a aceptar la labor de mentoring de quienes han hecho de su experiencia conocimiento. Para ello, es necesario que su cultura organizativa esté basada en la generosidad y en la transferencia de conocimiento como factores de desarrollo.

El segundo eslabón es el de la confiabilidad del profesional que es acogido como un agente más de la organización. Asimismo, y como factor complementario, la confidencialidad –dada la naturaleza de nuestro trabajo- es condición sine qua non para poder participar en el equipo de profesionales.

El tercer eslabón es el compromiso mutuo de actuar desde la integridad, la honestidad y la lealtad.

Consejo internacional de Museos

El patrimonio cultural, y el estado de alerta por la crisis sanitaria del Covid-19, nos ha pillado a todo el mundo con el pie cambiado. No era imaginable que un foco de neumonía en la ciudad de Wuhan, provincia china de Hubei, se acabaría convirtiendo en una pandemia mundial, tal como lo oficializó el director general de la OMS. El ICOM (Consejo Internacional de Museos) publicó el 2 de abril un comunicado para solidarizarse con las personas afectadas y recordar el papel estructural de los museos en la sociedad y en la necesidad de retornar a su actividad pública.

La crisis del Covid-19 nos deja por delante un largo y complejo proceso de recuperación. La globalización y la transformación del mapa de amenazas, riesgos y vulnerabilidades en el patrimonio cultural inicialmente se planteó como un proceso que implicaba a los países en una nueva concepción de las relaciones políticas y comerciales, articulado a través de la tecnología.

Impulsaron la confluencia en un mercado global con sistemas económicos abiertos e interrelacionados, con la disminución de barreras para la circulación de personas y bienes, y con el turismo masivo como indicadores de una sociedad global.

«debemos superar viejos esquemas reduccionistas por una mentalidad enfocada en la cooperación y el beneficio mutuo»

Hay que desmantelar modelos varados en paradigmas de organizaciones jerárquicas e inamovibles, y acercarnos a modelos más participativos, más colaborativos, donde el valor real esté depositado ahora más que nunca en el talento y en las capacidades de sus integrantes y no en la representatividad de los mismos. Es decir, todos tenemos que trabajar en equipo para fortalecer y poner en valor el capital humano de nuestras organizaciones.

En la actual convergencia de realidades complejas e impredecibles, debemos superar viejos esquemas reduccionistas por una mentalidad enfocada en la cooperación y el beneficio mutuo. Arriesgar más allá de los límites previsibles, generar colaboraciones inéditas tiempo atrás, no sólo nos empoderará profesionalmente, también hará corresponsables de la protección a organizaciones.

Cinco claves para mejorar la protección del Patrimonio Cultural.

1.- Comprender la complejidad técnica y funcional de una institución cultural, que supone un sistema integrado por profesionales de diferentes disciplinas, que trabajan de manera transversal para alcanzar los objetivos definidos por el ICOM. Invertir en seguridad.

2.- Reenfocar el concepto de «equipo» en las instituciones culturales. El medio para lograrlo es interiorizar que cada miembro del equipo forma parte de una red multidisciplinar, que tiene como objetivo facilitar el cumplimiento de la misión de la organización en estos momentos de crisis. Parafraseando a Alexandre Dumas en su celebérrima obra Los Tres Mosqueteros «Uno para todos y todos para uno».

3.- Generar «una cultura de seguridad» adhoc para la «seguridad de la cultura», que vincule a la totalidad de los integrantes del sistema.

4.- Analizar las necesidades de la institución integrando parámetros específicos de entornos culturales aplicados con el rigor, la profesionalidad y la colaboración multidisciplinar que requiere su complejidad.

5.- La formación, entendida como vector de transformación del sistema de las instituciones culturales.

En un momento como el actual, es oportuno que cada responsable de la Dirección de Seguridad -de cada equipamiento cultural- realice un análisis transversal del modelo de gestión de la seguridad integral de su institución.

Yo apunto, a modo de ejemplo y siendo consciente de que apenas es un esquema genérico, dos propuestas para que cada uno de los profesionales empiecen a realizar ese análisis. Creo que la práctica de este ejercicio puede ser el principio de un recurso interesante para mejorar nuestra aportación y ayudarnos a realizar nuestro trabajo en función de las necesidades actualizadas.

Protecturi

Análisis DAFO de cómo afectará esta epidemia al patrimonio cultural

a) Debilidades. La escasa consciencia de la cultura de la seguridad de las organizaciones.

b) Amenazas. La falta de recursos económicos como consecuencia de la crisis en contraposición al valor de las obras que se protegen.

c) Fortalezas. La capacitación, responsabilidad y compromiso profesional de los profesionales de la seguridad involucrados en el patrimonio cultural.   

d) Oportunidades. El valor simbólico y cultural del patrimonio cultural apela a mejorar las operativas y procesos (recursos organizativos, técnicos, humanos).

Análisis CANVAS del Plan Estratégico a desarrollar

Propuesta de valor. Promover una metodología para el diseño del programa de seguridad integral de la protección del patrimonio cultural, que integre la expertise profesional en entornos culturales y el know-how operativo y procedimental.

Segmentos de clientes (stakeholder). Los stakeholder del departamento de Seguridad integran tanto a clientes internos como externos desde el marco jurídico que rige nuestra profesión, las organizaciones estatales, autonómicas y locales que tienen la titularidad del equipamiento cultural, los equipos multidisciplinar de cada institución, los otros profesionales de la seguridad del patrimonio cultural, los profesionales de empresas de servicios de seguridad, y los visitantes y públicos de los centros culturales y los diferentes cuerpos de seguridad.

Relación con clientes. La relación con los clientes se articula en cuatro ejes: la confianza y confidencialidad, las normativas legales, la comunicación y la formación.

Canales. Los canales presentan dos modelos diferenciados: uno de los compromisos que debe adquirir como analista de contextos de riesgos, amenazas y vulnerabilidades es compartir expertise con los profesionales del sector de la seguridad y sectores afines.

Recursos Humanos. De las diferentes instituciones que participan en su seguridad transversal.

Socios clave. Instituciones culturales: Museos, equipamientos culturales, galerías. Instituciones públicas estatales, autonómicas y locales. Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, especialmente las unidades especializadas en patrimonio cultural. Empresas de seguridad privada y empresas de sistemas de seguridad. Instituciones de formación.

Actividades clave. Análisis del contexto de riesgo, amenazas y vulnerabilidades del programa de protección del patrimonio cultural.

Fuentes de ingresos. En el caso de los museos públicos, disponen de un presupuesto anual que incorpora el coste de las actividades programadas para el año natural.

Estructura de costos. Producción: materias primas, embalajes, gestión de residuos, licitación de los servicios profesionales de las empresas. Personal: nóminas de los equipos y formación. Tecnología: tratamiento de los embalajes. Sistemas de conservación y seguridad  Plataformas digitales. Infraestructuras: adecuación de los espacios, mantenimientos (preventivos – correctivos), consumos.

Para finalizar, sólo comentar que está en nuestras manos aprovechar esta crisis para transformarla en oportunidad, con la finalidad de nutrirnos con aquello que han aportado tanto quienes nos antecedieron, como nuestros coetáneos, para seguir enriqueciendo el cada vez más complejo universo de la seguridad en el patrimonio cultural.

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