Cuando hablamos de protección contra incendios se tiende a hacer referencia al correcto funcionamiento y mantenimiento de un edificio, sobre todo, en referencia a las vías de escape y evacuación, pero tendemos a olvidar que la protección constructiva contra incendios es esencial en materia de seguridad.
El incendio de la Torre Grenfell ocurrido el pasado año en Londres y que se cobró la vida de 72 personas, demostró que aún queda un largo camino por recorrer en cuanto a seguridad contra incendios en los edificios. Tras el incendio, el bombero belga Pieter Maes, un referente europeo en el estudio del comportamiento del fuego, concluyó que la forma en que se propagó el fuego en la Torre Grenfell “no fue algo inesperado debido al uso de materiales inflamables en la rehabilitación del edificio. Materiales que se utilizan masivamente en estos días”. Por eso, Maes sentenciaba: “esto volverá a suceder”.
Como constató el incendio de la Torre Grenfell, una de las vías más rápidas para la evolución de un fuego es a través de las fachadas, por eso, los materiales constructivos utilizados en la envolvente del edificio deben ser fabricados con materiales no combustibles que garanticen la seguridad de sus ocupantes y actúen como barrera de contención del fuego y los gases emitidos.
Por otra parte, los materiales combustibles, al quemarse, generan una gran cantidad de humo tóxico que las personas inhalarán y posicionan esta inhalación de humo como la principal causa de fallecimiento en un incendio.
Para evitar nuevas catástrofes similares, los expertos apuestan por una legislación más ambiciosa en materia de seguridad contra incendios, al igual que se está haciendo en términos de sostenibilidad y eficiencia energética, para convertir la protección contra incendios en una obligación cuando pensamos en cualquier proyecto constructivo.
La lana de roca como barrera de protección natural contra el fuego
Hoy en día los incendios se propagan 5 veces más rápido que 50 años atrás y un fuego puede tardar tan solo 3 minutos en propagarse desde su ignición hasta el incendio de una sala completa. Por eso, gracias a sus propiedades de resiliencia al fuego y su capacidad para contener un incendio, el aislamiento a base de lana de roca puede establecer la diferencia entre tener un incendio en un edificio o tener un edificio incendiado.
La lana de roca es extremadamente resiliente al fuego y permanece estable incluso a temperaturas superiores a 1.000 ºC, por eso, es útil para contener el fuego y evitar su propagación, actuando como barrera natural contra el fuego. Además, las características naturales de la roca ayudan a construir ciudades sostenibles y seguras con edificios energéticamente eficientes a la vez que resilientes al fuego.
Así pues, es importante que toda la cadena de valor implicada en un proyecto arquitectónico, bien sea de obra nueva o de rehabilitación, tome en cuenta estas premisas para poder ofrecerle la mayor seguridad y confort posible a sus clientes, quiénes, a día de hoy, no tienen el conocimiento suficiente para demandarlos.
Por Rockwool