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«La seguridad en un museo no puede ser un obstáculo para la visita del público»

Sonsoles Navas está convencida de que un proyecto de seguridad integral de un museo debe buscar la conservación de las colecciones, pero también ha de perseguir que éstas sean de público conocimiento. Una doble labor en la que la tarea más importante es la realizada por los medios humanos, siempre apoyada convenientemente por los elementos tecnológicos. En esta entrevista, expone su filosofía de trabajo al frente de la protección de los museos de titularidad estatal, donde se albergan piezas fundamentales del patrimonio cultural español.

seguridad en un museo
Museo Sorolla. Madrid.

¿Cuáles son los pilares sobre los que se asienta hoy en día la seguridad en museos?
—Realmente no hay mucha diferencia en cuanto a los fundamentos de la seguridad seguidos en la protección de los museos respecto a otras instituciones. En todos los sectores y en todas las empresas, la seguridad se basa en los elementos necesarios para la protección de las personas, bienes y servicios que tiene la entidad. De esos elementos son pilares la tecnología, su utilización por los trabajadores de seguridad y la organización.

La diferencia estriba en el bien que protegemos y en la organización de sus elementos. En el caso concreto de los museos, los bienes que protegemos forman parte del Patrimonio Cultural de nuestro país.

Puede cambiar la tecnología y puede cambiar la organización, pero siempre se mantendrá la obligación de la conservación de esos elementos que constituyen el fundamento en la seguridad de los museos que estamos protegiendo.

—Teniendo en cuenta la importancia del factor humano, ¿qué papel juega la tecnología a la hora de garantizar y mejorar la seguridad de los centros museísticos?
—Si partimos de que la tarea más importante en el cuidado de la seguridad en los museos es la realizada por el trabajo humano, la organización de sus tareas se simplifica considerablemente cuando introducimos elementos tecnológicos.
La trayectoria de la seguridad en los museos ha discurrido por caminos de innovación en todo lo que se refiere a la conservación de las colecciones.

Por ejemplo, si en un principio no era necesario más que una llave para cerrar el museo, poco a poco esa llave se ha ido convirtiendo en un potente sistema de control de accesos, con el que los vigilantes,- factor humano de la seguridad- tienen una poderosa herramienta para conocer en todo momento quienes son y dónde están, las personas que trabajan en el museo.

Puede haber muchas personas dentro de un museo en cualquier momento del día. Si el museo está abierto, en sus salas se van a encontrar los visitantes que han adquirido su entrada y el personal propio de cuidado y atención del museo. Quizá es esa la parte que conoce el público sobre el trabajo que se desarrolla en un museo.

Sin embargo, cuando el museo está cerrado, el trabajo que se realiza dentro es vertiginoso. Todo debe estar en perfecto estado para cuando se abren sus puertas, porque el museo tiene que cumplir su función de exposición al público de manera impecable.

En sus salas, almacenes e instalaciones están presentes multitud de profesionales realizando los trabajos de mantenimiento y puesta al día de sus infraestructuras y sus fondos. Y es ese el tiempo más importante en cuanto a la preservación de las colecciones museísticas. Es entonces cuando los distintos sistemas de seguridad instalados, nos tienen que ofrecer la máxima confianza de que todo está bajo control.

Lea la entrevista íntegra en Cuadernos de Seguridad.

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