El invierno es temporada alta de robos en hogares. Los meses de enero, febrero y marzo son los preferidos por los ladrones para actuar y, por tanto, son los que presentan una mayor propensión a presenciar asaltos a viviendas. A estos se suma agosto, un mes igualmente proclive a acoger incidentes. Esta es una de las conclusiones del informe «Los robos en los hogares en España» elaborado por Unespa, Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras.
Otra de las conclusiones del trabajo es que las provincias donde se dan robos con mayor asiduidad son las que conforman la costa mediterránea. En concreto, llama la atención la situación de Tarragona y Murcia. Más allá del litoral, destaca Madrid por la frecuencia de incidentes.
El estudio forma parte de la nueva edición de la Memoria social del seguro, una publicación que, cada año, realiza la Asociación Empresarial del Seguro. En la elaboración del trabajo se han tomado como referencia 80.000 robos padecidos por un parque de 10 millones de residencias aseguradas y distribuidas por toda España.
Los resultados del informe revelan que los ladrones operan durante todo el año. De hecho, en contra de la creencia popular, su actuación no se intensifica apenas en los periodos estivales. Así lo demuestra el hecho de que los meses de frío son más problemáticos que los de calor –con la salvedad de agosto, que sí presenta un índice de incidentes superior a los días que abarca dicho mes en el año–.
En contraste, el otoño es la estación con menos asaltos a viviendas. Esta dinámica pone de manifiesto que muchas veces los delincuentes asaltan segundas residencias. Unos inmuebles que, por definición, presentan índices de ocupación más bajos en la época laboral que en los periodos vacacionales.
La estacionalidad de los robos diverge algo cuando lo que se mide no es la frecuencia de los asaltos, sino su gravedad. Por gravedad se entiende la relación entre el coste del siniestro y el capital asegurado de la póliza. Es decir, aquello que es susceptible de ser robado. El informe de UNESPA considera un robo grave en caso de que el valor de lo potencialmente sustraíble (lo asegurado) y lo efectivamente sustraído (lo robado) se acerquen. Independiente de si el valor sea elevado o bajo en términos absolutos. Bajo este prisma, pues, queda claro que diciembre, enero y agosto son, en este orden, los meses que presentan los robos más llamativos.
[El artículo íntegro puede leerse en el número 317 de diciembre de CUADERNOS DE SEGURIDAD]