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Amadeo Muñoz. Security Manager del Mandarin Oriental Hotel de Barcelona

Momentos antes de entrar en escena, un imprevisto obliga a posponer unos minutos esta cita. De repente carreras, gritos y una nube de cámaras y teléfonos móviles en mano rodean una furgoneta de color negro a las puertas del hotel. Pese al alboroto, todo parece estar bajo control, ante la experta batuta de Amadeo Muñoz, Security Manager de Mandarin Oriental Hotel de Barcelona –uno de los establecimientos hoteleros más exclusivos de la ciudad–quien, ya de entrada, haciendo uso de la confidencialidad innata a su trabajo, rehusa descubrir el personaje que viaja en el vehículo, pero, a la vez, y sin percatarse de ello, nos regala con sus primeras palabras el titular de esta entrevista: «En Seguridad siempre hay que aplicar el sentido común en todas las decisiones».

amadeo-munozPregunta tras pregunta, el protagonista de este «Un Café con…» entra de lleno en una conversación sin protocolo ni etiqueta, listo para relatar una vida profesional repleta de sacrificios y retos, y capítulos desconocidos de su faceta más privada. Cuenta Muñoz que su historia con la seguridad fue fruto de la casualidad y, «!cosas del destino!», apunta, un periplo laboral. Años de experiencia en diversas cadenas hoteleras, junto a una amplia formación, que le llevo también por un tiempo a EE.UU., le confieren autoridad suficiente para decir que un hotel «es una ciudad dentro de una ciudad, con actividad las 24 horas, donde se viven cada día nuevas experiencias y situaciones inesperadas. La protección de los trabajadores y los clientes, de sus bienes y los de la instalación es una prioridad los 365 días del año. Es necesario el rigor profesional y establecer protocolos de seguridad».

Desgrana un discurso con calma, claridad, y ocasionales instantes de seriedad, como cuando se sumerge en los problemas de un sector al que reivindica una mayor presencia de la figura del director de Seguridad en los hoteles, y al que agradece poder disfrutar de un trabajo que le apasiona.

Pero también ésta es la historia fiel de un hombre cercano, amable y simpático –¡muy simpático!–, al que de niño era imposible sacar de la piscina: «me dediqué a la natación y jugué a waterpolo», y que hoy en su tiempo libre vuelve a respirar la tranquilidad, ahora junto a su mujer y sus hijos, de aquella pequeña localidad conquense escenario de sus vacaciones estivales.

Aficionado a las novelas de la inspectora de Policía Petra Delicado y del detective Pepe Carvalho y a la música indie, se mueve en moto por la ciudad y acude cada semana al mercado de La Boquería, mochila al hombro, a hacer la compra. Con un gran espíritu de superación personal, dice quedarle una vida cargada de temas pendientes: «de momento, ¡pilotar un avión!…, un regalo de mis hijos», pero sobre todo, «seguir siendo feliz».

Por cierto, el personaje que iba en la furgoneta era la cantante británica Adele, de gira por España.

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