Raúl Ciria Matallanos, director de Seguridad de AhorraMás, habla sin miedo, delante de un insulso aperitivo –dos solitarios refrescos–, de su mundo personal y profesional, en un atisbo de generosidad por revelar su perfil menos conocido.
Se apunta, de manera improvisada, a un singular paseo por los retazos de su historia. Protagonista de este recorrido, es capaz, cargado de una sencillez desmesurada y humor infinito, de compartir los episodios de una vida llena de amables momentos e inolvidables situaciones, necesarios instantes de soledad y eternos minutos de compañía.
En las distancias cortas el protagonista de nuestro «Un Café con…» acompaña sus palabras con un contenido gesto de timidez que se va diluyendo a medida que las preguntas discurren acompasadamente.
Trece años le separan de sus inicios en el sector de la Seguridad Privada –previamente formó parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad–, en una trayectoria profesional que le llevó a desempeñar distintos puestos de responsabilidad en una CRA, en un centro comercial y en diversas empresas, hasta asumir la dirección de Seguridad de la cadena de supermercados AhorraMás. Echa la vista atrás para recordar aquellos duros años de trabajo y formación –dirección de seguridad, criminologia, detective privado…– para llegar a formar parte de un sector, quizás ,«un poco remiso a las caras nuevas» –reflejamos sus propias palabras–, pero donde ahora disfruta con lo que le apasiona: «gestionar todo tipo de situaciones y problemas y buscar soluciones».
Se sumerge entonces en un apasionado y veloz discurso, «imposible» de frenar, sobre el presente y futuro de un sector al que augura «pocos cambios a corto plazo», la figura del director de Seguridad, de la que es un «fiel defensor», o sobre aquellos «magníficos profesionales que se mantienen a la sombra». Cómodo ante lo que ya es una conversación informal, no dudamos en preguntarle: ¿Quién es el auténtico Raúl? Su respuesta es inmediata: «Un aventurero por naturaleza».
Independiente, hiperactivo e inteligente, ya soñaba con arriesgadas experiencias en su época de boy scout y cuando sin cumplir los 20 años «voló» de casa. De gimnasio diario y desayunos equilibrados de fruta y cereales, aunque «me encantan los dulces, el salmorejo y la cerveza, pero nunca –matiza– entre semana», Raúl Ciria comparte un sinfín de actividades –moto, esquí, surf,…– con su hijo, por el que siente una pasión absoluta, y al que inició también en el mundo de la vela, otra de sus grandes aficiones.
Hombre de espíritu y alma libre, que acostumbra a dar largos paseos con su pastor alemán, sueña en un futuro no muy lejano con dar la vuelta al mundo en un velero «con una buena compañía», y poder adentrarse en el mundo de la restauración.
Hoy descubrimos que la felicidad es un objetivo para el que hay que entrenarse cada día. λ